¿estás en un campo de refugiados?
¿estás agonizando en la cama de un hospital?
¿estás sitiado bajo fuego enemigo?
¿estás sufriendo hambre o sed?
¿Estás preso en una cárcel real o en alguna maraña de poseciones?
¿estás padeciendo un terremoto o un tsunami?
¿estás amenazado con o sin motivo?
¿estás cayendo en algún abismo o transitando algún infierno?
Si nada de eso te pasa, en lugar de protestar por nimiedades y escupir al cielo,
Agradece a la Vida la dicha que te otorga. Agradece
No seas tan exigente sin observar todo lo que recibes, sin esfuerzo de tu parte. Agradece. Que la Vida escucha, atiende, responde.
El pensamiento agradecido es un peine que peina el sendero que tomará nuestra huella.
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