Imaginemos

Imaginemos por un momento que habitamos un mundo en el cual todos sabemos quienes somos y nos reconocemos.
Imaginemos que todos y cada uno, entendemos nuestro carácter y el de los demás. Que entendemos nuestro temperamento y el de los demás.
Imaginemos que además, también sabemos los modos posibles en que podemos complementarnos con aquellos que están más cerca y con aquellos que nos son lejanos en personalidad.

Imaginemos que podemos complementarnos en una eficiencia superlativa y que seamos capaces de menguar nuestros yo en pos de esa eficiente complementariedad.
Imaginemos que tenemos la llave para la perfecta complementación.
Pues la tenemos y…, lo que no imaginamos es que la tenemos.